martes, 7 de julio de 2009

LITERATURA Y FÍSICA – MATEMÁTICA,

O... ¿VICEVERSA?

LINEAS SIN COMPLEJO DE CULPA.

En algún lugar de otras inquisiciones, Borges afirma que el matemático italiano Favaro en su texto: Galileo Gelileo pensieri, motti e sentenze cita al inventor del telescopio cuando afirmó que la naturaleza es un libro y que su lengua es la matemática, así como sus caracteres son triángulos, círculos y otras formas geométricas.

Aunque lo anterior no es la única confluencia de la ciencia pitagórica con las letras, al menos si pareciera que es la mejor manera de comenzar un escrito de un profesor de literatura, sobre los posibles encuentros de estas dos disciplinas sin sentirse culpable. Ya sea por la falta de rigor matemático o por la eterna dialéctica de amor y odio entre los dos discursos.

Entremos en calor mencionando algunos matemáticos – literatos, o al contrario. En el panorama latinoamericano me vienen a la cabeza los ejemplos de Ernesto Sábato y del también argentino Guillermo Martínez, quien después de alcanzar un post doctorado en matemática de Oxford se dedicó a las bellas letras. Aunque de igual manera pudiéramos hacer referencia al reverendo Charles Lutwidge Dogson, escritor de libros como: Euclides y sus rivales modernos, Curiosa mathemática, El juego de la lógica entre otros, quien es más conocido por su seudónimo Lewis Carroll autor de Alicia en le país de las maravillas y su continuación en 1871 A través del espejo. Por estas épocas igualmente escribía sobre un renacuajo paseador el ilustre bogotano, políglota, diplomático y a su vez ingeniero y matemático Rafael Pombo.

Pues bien, quien esto escribe ha sido testigo excepcional de la curiosa metamorfosis de un matemático en, por lo menos, un bibliófilo literario y por esta razón perece necesario pensar el proceso a la inversa. Por tal motivo y para tal efecto nos podríamos valer de la siguiente pregunta, ya comenzada a contestar en el anterior párrafo ¿Qué le puede agradecer la literatura a las matemáticas?

“Todo existe para llegar a un libro” dijo en algún momento Mallarmé, y acaso esto también pueda aplicarse a la física – matemática. Al menos así lo deja entrever Gianni Rodari cuando afirmó que la teoría de conjuntos y las categorías de Leibniz se podrían enseñar perfectamente con el patito feo de Cristhian Andersen.

En esta línea trabajó arduamente Cortázar, recuérdese su famoso relato el anillo de Moebius en el que intentó narrativizar este concepto del matemático ruso. Pese a que lo anterior es, de suyo, bastante interesante podríamos ubicar uno de los mayores aportes de la ciencia numérica a la literatura, en el concepto de cronotopía desarrollado por Mijail Bajtín a partir de los principios de la teoría especial de la relatividad de Einstein aplicados al análisis literario.

Finalmente se podría afirma que la métrica del siglo de oro español es simplemente la matemática de la perfección poética y que en las infinitas cifras decimales de phi, dándole un valor literal a cada número, podríamos encontrar la totalidad del Quijote. En fin, las matemáticas son la literatura de la abstracción. En esta reflexión pudiéramos seguir, el límite estaría en el infinito, pero la verdad, es que ya van a tocar para el descanso.

C.C.B.

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