jueves, 26 de noviembre de 2009

TOPOS ANONIMO Y LOGOS PERIFÉRICO.

Por: Cristian Cárdenas Berrío.

“La conversación se fue extendiendo,

Como si fuera otra parte del combate.

Los testigos de la conversación están

Inmóviles, fascinados por lo que oyen…”

Plata Quemada.

“Plata quemada”, novela ganadora del premio planeta en 1997 es un texto que se mueve entre las fronteras de la realidad y de la ficción, problematizando así, los límites que comúnmente se han puesto entre las mismas. La hibridación de ambos espacios es característica propia del discurso de la postmodernidad; en particular en literatura hablamos de ficcionalidad expandida para referirnos al fenómeno aquí tratado. Esta condición hace que el texto de Ricardo Piglia sea en América latina un intento por introducir a la novela en general y al thriller en particular en la llamada remodernidad. Lo anterior hace que el escrito posea contornos particulares no exentos de interés.

La novela de “Planta Quemada” en su dimensión espacial se estructura en gran medida a partir de lugares del anonimato: el hotel, la cárcel, el psiquiátrico, los apartamentos alquilados (aguantaderos).

De igual manera, la presencia de la ciudad narrada se concreta en espacios despersonalizantes: el subterráneo, avenidas, parques, baños públicos, etc. Mediante la aparición de dichos lugares se precede a una suerte de desmonte de la visión antropocéntrica propia del renacimiento occidental, para dar paso a la visión descentrada, mediática y caleidoscópica propia de la postmodernidad, antes mencionada.

Por medio de la des individualización puesta en marcha desde la topografía habitada por los personajes asistimos también a la puesta en circulación de otros discursos no oficiales, al discurso periférico, pero no con respecto a un centro, toda vez que la contemporaneidad como planteó Deleuze es rizomática; es, si se me permite el oxímoron, centralmente periférica. Por esta misma razón se instaura una dinámica social del complot, del farfulleo, del discurso imperceptible; “Dijo… - Dice que le dijeron…”. Esto lo vemos de manera especial en el Gaucho Dorda, quien es una gran metáfora del narrador y de la máquina de narrar, en la medida que escucha en su cabeza una cantidad de voces, pero a él en tanto sujeto de enunciación le ha sido negado el discurso, se le diagnostica como afásico. El argentino logra hacer el tránsito de la metáfora visual platónica a la metáfora auditiva sofística y presocrática para explicar la realidad ya que el complot se gesta menos en la certidumbre del ver de manera diáfana durante el día que en la ambigüedad del escuchar de forma indecisa en la noche.

De cierto modo y hasta determinado punto Piglia muestra esa transición en la forma en que escribe su novela. En nuestra literatura el narrador omnisciente ha sido más bien una constante sobre todo en la novela, en gran medida debido a la musicalidad de nuestra lengua se ha privilegiado un narrador arrullador; mientras que el diálogo ha sido escaso. En esta obra el argentino utiliza estos dos recursos narrativos en las dosis necesarias, sobre todo el diálogo, ya que como él lo dijo: “La verdad tiene la estructura de una ficción donde otro habla.” En este orden de ideas podemos afirmar que la figura de Roque Pérez, el radiotelegrafista, no es otra cosa que un artificio narrativo del autor para evitar el narrador en tercera persona, además de la materialización de la manera en que alguna vez Sábato resumió el fluir de la conciencia, al decir que Joyce introdujo micrófonos en las cabezas de los personajes. Nos damos cuenta que el logos de los personajes piglianos corresponde a lo periférico en la medida en que se efectúa un proceso de distanciamiento de la enunciación, un extrañamiento del lenguaje que llamaran los formalistas; logrando así darnos una visión de y desde las márgenes de una sociedad.

El lugar del anonimato, el discurso de la periferia concretan el sino trágico de esta obra, así como el pathos, igualmente trágico de sus protagonistas. Estética híbrida y fragmentaria, obra palimpsestual y caleidoscópica, con ella Piglia nos ubica dentro de la postmodernidad constituyéndose por lo tanto en uno de los hitos de la literatura post-boom en Hispanoamérica.

1 comentario:

  1. Haces que me interese por el texto. Ya había escuchado algo de él de boca del prof. Rigoberto. Creo que será clave para mi trabajo. Gracias

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